“El castigo no es una estrategia de enseñanza eficaz, premiar la conducta deseable sí lo es” 5 octubre 2017
– Pregunta: Usted nació en Cádiz, vivió toda su infancia en Chiclana, y se confiesa un apasionado de la naturaleza en general, y la espeleología en particular –sus redes sociales muestran el relato de sus peripecias-. Profesionalmente hoy trabaja a más de 20.000 kilómetros de distancia, en Nueva Zelanda, ¿qué vínculos le siguen uniendo a Andalucía?
– Respuesta: En primer lugar, mi familia, que reside en Chiclana. Profesionalmente colaboro en el máster de atención temprana de la Universidad de Cádiz y realizo labores de investigación junto al profesor José Ignacio Navarro que dirige el grupo de investigación de psicología de la UCA. Junto a él he participado en el desarrollo de una cátedra externa que pretende fomentar proyectos de investigación y actividades científicas, como la segunda escuela de verano de la European Association for Behaviour Analysis, que tuvo lugar en Cádiz este pasado mes de julio. La cátedra está financiada por la asociación ABA España en la que he participado desde hace años y que hoy tiene más de siete mil seguidores solo en Facebook y Twitter.
– P: En la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, trabaja en la Facultad de Ciencias y dirige el programa de docencia e investigación sobre análisis aplicado de conducta, ¿en qué consiste su trabajo?
– R: El análisis de conducta es una ciencia dirigida al estudio científico del comportamiento de personas y animales. En concreto, estudia de forma experimental, es decir, usa experimentos, los procesos de aprendizaje y de cambio de conducta. En su rama aplicada se centra en el desarrollo de procedimientos de intervención eficaces. Los profesionales que se especializan en este área se denominan analistas de conducta. Es ya una profesión bien establecida, sobre todo en el mundo anglosajón, con estándares de formación y certificación profesional bien establecidos (ver por ejemplo bacb.com). En su rama básica tiene una orientación similar aunque con más énfasis en modelos animales y menos en aplicaciones.
– P: ¿A qué personas va dirigido vuestro trabajo?
– R: Desarrollamos investigación y formamos a profesionales que trabajan con niños y adultos con trastornos de conducta y del desarrollo, dificultades de aprendizaje, discapacidad intelectual, lesión cerebral o demencia. La intervención conductual va dirigida a enseñar diversas habilidades tanto académicas como sociales a fin de mejorar la calidad de vida de la población que estudiamos, esto es, por ejemplo, enseñar a comunicarse a un niño con autismo, o ayudar a una persona con demencia a mantener conductas sociales.
– P: Para estudiar este tipo de conductas, según sus investigaciones, profundizan en una serie de principios generales de aprendizaje que posteriormente pueden ser aplicables a los trastornos mencionados.
– R: Efectivamente. Es una disciplina basada en el estudio de estos procesos de aprendizaje y no tanto con el trastorno concreto de la población clínica con la que estás trabajando. Muchas veces nos preguntan: “¿Qué estudias, demencia, autismo…?” Y la respuesta es todas, y siempre con un interés aplicado, es decir, de que la intervención sea útil para las personas. En el análisis de conducta, la efectividad de las intervenciones es primordial.
– P: ¿Puede, por favor, poner algún ejemplo?
– R: En una intervención para fomentar la adquisición del lenguaje en personas con trastornos del desarrollo evaluaríamos el número de ocasiones en que el niño nombra correctamente un objeto, responde a una pregunta o solicita un juguete, por ejemplo, antes, durante y después de la intervención. Ya hablando de un estudio nuestro, este año hemos publicado el primero a nivel mundial que emplea principios de aprendizaje para enseñar a niños y adolescentes con trastornos del desarrollo y discapacidad intelectual a permanecer inmóviles durante un escáner de resonancia magnética. Lo habitual en estos casos es usar sedantes, algo que tiene efectos secundarios.
Más información en https://idescubre.fundaciondescubre.es/2017/10/05/el-castigo-no-es-una-estrategia-de-ensenanza-eficaz-premiar-la-conducta-deseable-si-lo-es/