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Las acciones tienen consecuencias, y la capacidad de aprender de ellas revolucionó la vida en la Tierra. Aunque es bastante evidente que las consecuencias son importantes (¿dónde estaríamos sin el reforzamiento positivo?), pocos saben que existe una ciencia de las consecuencias con principios que nos afectan cada día. A pesar de su variedad, las consecuencias parecen seguir un conjunto común de principios científicos y comparten algunos efectos comunes en el cerebro, por ejemplo, en los llamados “centros de placer”. El sistema genética-ambiente siempre opera de forma integrada, y los científicos han demostrado que aprender de las consecuencias activa de manera predecible los genes y reestructura nuestro cerebro. Las aplicaciones posibles de esta ciencia de las consecuencias están en todas partes, en el hogar, en el trabajo y en el ámbito escolar, por mencionar algunos ejemplos. A nivel individual y social, por ejemplo, el autocontrol se enfrenta a menudo a las consecuencias a corto y largo plazo. Después de diez años de trabajo, La Ciencia de las Consecuencias narra una historia que abarca desde la genética hasta los neurotransmisores, desde la emoción hasta el lenguaje, desde la educación infantil hasta la política, adoptando un enfoque interdisciplinario inclusivo para mostrar cómo algo tan aparentemente simple puede ayudar a dar sentido a tantas cosas. Este título ha recibido numerosos elogios de expertos reconocidos en genética, neurociencia y economía, así como en psicología, análisis de conducta y entrenamiento animal en medios como Nature, The Scientist y Science News.

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